









A la vanguardia
de la tradición
Todo comenzó con una bodega que apostó por una visión clara: vinos precisos, contemporáneos y ligados al territorio, expresados con la sobriedad y pureza de la arquitectura actual.
De esa búsqueda entre paisaje, estructura y luz, nació una marca que entiende el vino como un espacio habitable: limpio, honesto y sin artificios.
Nuestro trabajo consistió en traducir esa visión al lenguaje visual y conceptual de la marca:
Capturar la esencia de un proyecto que combina la sensibilidad arquitectónica con la elegancia minimalista. Una identidad donde cada decisión línea, material, textura, responde a una voluntad: depurar para revelar.
-
Diseño de etiquetas: Una composición basada en formas arquitectónicas esenciales: planos, líneas y volúmenes que dialogan con blancos generosos y tipografía precisa. Materiales táctiles, fibras naturales y acabados que recuerdan al hormigón pulido o la piedra local. Etiquetas que no decoran: estructuran. Y cada vino se vuelve un espacio propio.
-
Look & feel: Una estética silenciosa y luminosa, dominada por grises minerales, blancos rotos y acentos metálicos. Fotografía de líneas puras, sombras marcadas y una luz que cae como en un estudio de arquitectura. Un universo donde la calma no es ausencia: es intención. Donde la marca respira como un edificio abierto al paisaje.
Piezas audiovisuales: Narrativa visual que se construye desde lo esencial: encuadres geométricos, movimientos lentos, sonidos reales y la presencia del territorio como materia prima.
Un relato que muestra el vino como obra: no desde el artificio, sino desde la precisión y la sinceridad del proceso.
Un proyecto donde el diseño es estructura y emoción: donde el vino se expresa con la misma claridad que su arquitectura; donde la modernidad no es pose, sino precisión; y donde la identidad se construye como un espacio habitable: puro, contemporáneo y verdadero.



