Identidad como herencia
Una bodega familiar de Sajazarra, en Rioja Alta, buscaba renovar la imagen de sus vinos de crianza y reserva para reforzar su posicionamiento en el segmento premium. El objetivo era reflejar la elegancia del tiempo y la autenticidad del territorio a través de un lenguaje visual sobrio y contemporáneo para amantes del vino con sensibilidad estética, que valoran la tradición, el origen y el detalle. Un público nacional e internacional que asocia el diseño cuidado con la calidad del contenido.
La identidad debía transmitir esa dualidad entre raíces y sofisticación, entre el trabajo artesanal y la precisión moderna.
4. Tono de marca y diseño
El concepto creativo se resume en una idea: Diseño con denominación de origen.
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Colores sobrios (negro, ocre y dorado envejecido) que evocan elegancia y calma.
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Tipografías clásicas con un toque contemporáneo.
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Papeles texturados y acabados metálicos sutiles que refuerzan el carácter táctil del vino.
Un conjunto visual equilibrado, que transmite serenidad, autenticidad y prestigio.
Un proyecto de reposicionamiento estratégico, pensado para dotar de coherencia a toda la gama y consolidar la imagen premium de la bodega. El diseño debía hablar de origen y de tiempo sin recurrir al artificio.
El nuevo branding elevó la percepción de valor de la bodega, fortaleció su presencia en restauración y abrió nuevas oportunidades en exportación.
El diseño se convirtió en un reflejo de su esencia: la elegancia no se diseña, se cultiva.



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